Ubisoft: Assasins´ Ceed Valhalla (2020)

Este es un fin de año de gran importancia para la industria del videojuego por varios motivos: en primer lugar, la necesidad de distanciamiento social producida por la pandemia del Codvid-19 ha aumentando sustantivamente el número de jugadores y jugadoras; por otro lado, y como es habitual cuando se acerca la campaña de Navidad, las compañías desarrolladoras tienen preparado para las próximas semanas el lanzamiento de sus proyectos más ambiciosos; y por supuesto, el próximo mes de noviembre sale al mercado la nueva generación de consolas de Microsoft y Sony, XBox Series X y PlayStation 5 respectivamente.

Uno de los juegos más en boga desde su lanzamiento este verano es Microsoft Flight Simulator, el cual se vale de 2 Petabytes de imágenes y datos de Bing Maps para recrear una réplica exacta de nuestro planeta y generar así la ilusión genuina de estar sobrevolando el globo terrestre. Información que es transmitida al ordenador que ejecuta el juego llegándose a acumular, según PC World, hasta 2GB en unos pocos días de partida.Una transferencia de datos que equivale a emisiones de carbono procedentes del consumo energético doméstico y de las bases de datos donde se aloja la información.

CD Proyekt: Cyberpunk 2077 (2020)

No obstante, se antoja difícil pensar que fabricar, comprar y jugar videojuegos genere una huella de carbono. Quizá esta falta de consciencia sea una de las consecuencias del hermetismo característico de una industria que guarda en secreto los desarrollos de los videojuegos hasta que éstos, habitualmente en sus estadios finales, son revelados oficialmente al público.

La sostenibilidad en la industria del entretenimiento digital no es ajena a sus protagonistas, aunque quizá no alcance todavía la relevancia que la crisis climática actual demanda: en septiembre de 2019 se gestó la Playing For The Future Alliance en las Naciones Unidas, integrada por compañías de primer orden tales como Sony, Microsoft, Google Stadia, Ubisoft, Rovio, Supercell y Wildworks. Fruto de los compromisos alcanzados se espera reducir 30 millones de toneladas de emisiones de CO2 para 2030, plantar millones de árboles, desarrollos de juegos más sostenibles, mejoras en la eficiencia energética, en el envasado de productos y en el reciclaje de dispositivos.

Objetivos que se ven parcialmente truncados cuando la nueva y potente generación de consolas, que se estrena el próximo mes de noviembre con unidades ya agotadas, presenta un mayor consumo energético que sus antecesoras y donde el impacto medioambiental de los dispositivos sigue ausente en la campaña comercial tanto de Sony como de Microsoft.

Necesitamos, ahora más que nunca, elevar nuestra voz para que el disfrute de estas obras de arte interactivas sea compatible con el respeto al medioambiente y los derechos humanos. Es hora de jugar un modo New Game + basado en la sostenibilidad.

Fuentes

Golding, D. (2020, 4 de octubre). «Video games emit real carbon»: why gaming is not merely guilt-free escapism». The Guardian.

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